Lo tengo comprobado: la felicidad y la estabilidad emocional son incompatibles con mantener la línea. Al menos, en mi caso.
Cuando estaba con mi ex, mi talla de pantalón era la 36-38. Conservo pantalones de aquella época que así lo atestiguan. Eso sí, ya no me los puedo poner. :P
Sí, tenía un tipín ideal... pero no era feliz. Estaba inmersa en una relación sin futuro, aunque ninguno de los dos se atrevía a cortar por miedo a no sé qué. A estar solos, supongo. Nos hacíamos daño. Era un "ni contigo ni sin ti", que dice la canción. Discutíamos por todo y todos los días. (Y eso que no llegamos a vivir juntos).
Simplemente, nuestros caracteres eran incompatibles. Pero un día pensé: Dentro de 10 años, ¿cómo me veo? ¿Con este chico? Y no me vi para nada con él. Así que decidí acabar la relación. Una relación de casi 5 años.
Fue duro. Fue difícil. Porque él no quería dejarlo... y yo tuve que ser muy, muy firme para no volver a caer. (Ya habíamos intentado dejarlo en varias ocasiones, y al final siempre volvíamos a las andadas, con la esperanza de que esa vez sería la definitiva).
Lo pasé muy mal durante meses. Estaba triste por la situación, pero contenta conmigo misma por haber dado el paso. Por haber sido valiente. Aun así, estuve semanas que no tenía nada de apetito. Y aún adelgacé más.
Mi familia y amigos estaban preocupados.
Pero entonces llegó él. Y me cambió la vida. Con él recobré la alegría, la autoestima, la fe en el amor... y el apetito.
Y sí, en el año y medio que llevamos juntos debo reconocer que.... he engordado 6 kilos que no hay manera de quitármelos de encima. Claro, esas cenas en el restaurante italiano a la luz de las velas; esas pelis en el sofá compartiendo helado de tiramisú; esas palomitas en el cine; esas ensaladas con salsa César que de light tienen lo que yo de monja de clausura... Lógico.
Y ahora, mis pantalones de antaño no me los puedo ni abrochar. Vamos, que los veo y pienso: ¿ahí cabía yo?
Allí están, al fondo del armario. Son testigos silenciosos de aquella época de delgadez e infelicidad. Supongo que esperan tiempos mejores. Esperan que algún día pierda esos 6 kilos y pueda volver a ponérmelos.
Allí están, al fondo del armario. Son testigos silenciosos de aquella época de delgadez e infelicidad. Supongo que esperan tiempos mejores. Esperan que algún día pierda esos 6 kilos y pueda volver a ponérmelos.
Pero yo, ahora, con mi actual pareja y mis pantalones nuevos de una talla más, soy mucho más feliz que entonces.